El primer pensamiento que viene a la mente cuando nos referimos a LA CONVERSACIÓN TRASCENDENTAL, es que es un acto reservado solamente a grandes temas o grandes líderes de la humanidad. Parece un diálogo de un Jefe de Estado sentado y negociando el futuro de una nación.

A pesar de que es verdad que estas conversaciones tiene un gran impacto en la sociedad, no son el objeto de nuestras conversaciones. Entonces la CONVERSACIÓN TRASCENDENTAL son ese intercambio que vivimos todos los seres humanos.

Ahora bien, ¿Qué diferencia una conversación normal de una trascendental?: Hay tres factores que juegan en una conversación trascendental.

  1. Encuentro de opiniones: Hablamos con el jefe de un posible ascenso, él piensa que no estás preparado y nosotros creemos que sí. ¿Cómo expando la consciencia para que mi jefe y yo nos alineemos y nos conectemos alrededor de mi intención?
  2. Factores en juego: una familia de 4 personas conversando acerca de las próximas vacaciones, cada uno quiere ir a un sitio diferente y hay que lograr que todos estén felices. En este caso la felicidad es un factor que entra en juego para determinar el compromiso por unas excelentes vacaciones.
  3. Las emociones: Hoy la señora del quiosco de la esquina de mi casa se me acercó y me comentó que yo había hecho un reclamo al diario La Nación, porque no estaba recibiendo el periódico los lunes. Ella estaba profundamente afectada emocionalmente porque ponían en duda su responsabilidad. Su conversación se veía afectada por el elemento emocional.

La Conversación Trascendental tiene un elevado impacto en nuestras vidas. Y normalmente rehuimos tenerlas porque creemos que empeorarán las cosas. Tenemos un postgrado en eso de evadir las conversaciones. A veces preferimos el mensaje de texto o WhatsApp, o un correo electrónico en vez de fijar una reunión cara a cara para buscar un compromiso alrededor de nuestras intenciones y propósito. No rompemos las barreras de la conversación

La propuesta desde El Primer Piso de CONVERSACIONES TRASCENDENTALES es que debemos abordarlas, desde tu vida personal hasta tu vida profesional. Cuando no las tienes, tienes una relación amarga o a una calidad de vida que se ve impactada negativamente.

Poner fin a una relación, hablar con un colega de trabajo que se comporta de forma agresiva o hace comentarios irónicos, pedirle a alguien que te pague lo que te debe, Vender un producto a una persona, definir temas de custodio o las visitas a los hijos, solicitar un puesto de estacionamiento en el trabajo, pedirles a los suegros que no intervengan. Estos son sólo ejemplos puntuales que pueden ser devastadoras para nuestro día.

La invitación entonces es a afrontarlas, de forma provocada, rápida y simultánea, lograr resultados extraordinarios en nuestras conversaciones dependen de nosotros exclusivamente. Es nuestra responsabilidad total. Y para eso, debemos accionar la iniciativa de transformarla tenerlas, internalizar que debes empezar y ese momento es ya mismo. Así encontrarás la conversación perdida ahora mismo.

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